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sábado, 19 de enero de 2013

Demostrarse a uno mismo.



Si hace tan solo un año alguien me hubiese preguntado cuál es la principal cualidad de un sumiso, diría sin dudarlo dos veces que la obediencia. La capacidad de obedecer lo que la Ama le ordene. Hoy estoy convencido, cómo no, que la obediencia es un factor muy importante en un sumiso, así como la lealtad (quizá la lealtad sea una cualidad que no nos define únicamente como sumisos, sino como personas), pero no creo que sea la mayor cualidad que un sumiso pueda mostrar.

Mi primer acercamiento al BDSM, como el de tantos otros, fue a través de los chats, en los que uno siempre se mostraba ante las Amas intentando demostrarles que estaban ante un sumiso que valía la pena tener en consideración. Algo, poco, fui aprendiendo y hoy creo que lo importante no es mostrar muchas y buenas cualidades, sino tenerlas. Y más allá de tener muchas y buenas virtudes, lo más importante quizá sea tener la voluntad de aprender y de crecer.

Se suele decir que el sentido común es el menos común de los sentidos, y que la inteligencia es el bien mejor repartido, pues nadie considera que le haya tocado poca o que a los demás les haya tocado más. Así, cuando hablamos de voluntad de crecer y de aprender parece que hablamos de una obviedad. Obviamente todos queremos aprender, todos decimos que queremos crecer... Pero tendemos a considerarnos ya muy inteligentes y muy grandes, como personas, como sumisos, como Dominantes... en cualquiera de nuestras facetas. Por ello no es tan fácil como parece tener una voluntad sincera de crecer. Entre otras cosas porque crecer significa dudar. Cuando uno sabe algo, mucho o poco, se siente seguro en lo que conoce. En cambio, cuando reconoce su desconocimiento se siente inseguro, porque no saber no aporta cierta inseguridad. Pero para crecer es necesario desnudarse ante uno mismo y entender dónde están las debilidades.

Quizá esa sea la principal cualidad que deba tener un sumiso, por encima de la propia obediencia. Porque obedecer es relativamente fácil, descargas la responsabilidad sobre otra persona. Pero el sumiso debe tomar decisiones, debe ser responsable de su propio destino, y para ello debe aprender todo aquello que no sabe.

Poner orden en la propia vida, amueblar la cabeza más allá del BDSM y encontrarse con la suficiente paz con uno mismo como para entregarse a otra persona. Decidir avanzar, y hacerlo, primero, por uno mismo, porque es difícil demostrarle nada a nadie si primero no te lo demuestras a ti mismo.

Y en ese camino estamos.

viernes, 11 de enero de 2013

Un silencio.


Tus ojos en los míos,
miradas inquietantes
que me asustan y erizan,
así son tus ojos tibios.
Fustas, azotes, instantes,
palabras que paralizan.

Y un silencio.

Órdenes, castigos y premios,
marcas en mi piel desnuda,
desnuda mi mirada niña,
orgullo pueril a tus pies soberbios.
La azotaina cruel y tierna se reanuda,
caprichosa dibuja en mi piel tu uña.

Y un silencio.

Cera roja sobre mi pecho
fluye como lava volcánica,
pezones retorcidos mil veces
porque sobre mí tu derecho,
siempre tu derecho, fructifica
germina y se reafirma con creces.

Y un silencio.

Un silencio que me enloquece,
que me tortura, que me mata,
en tu lejanía cercana, estremeciendo
mi corazón que se entristece,
me encierra y mil veces me ata
a mi sumiso sentimiento.

Y un silencio.

Y echo de menos cuando tú inundabas mis caninos sueños, y en el griterío silencioso adolezco, gélidas mis vísceras, sin conciliar descanso en mi pecho. Y añoro cuando todo era voz y nada silencio.